“La verdadera vida comienza después de poner tu casa en orden”, asegura la japonesa Marie Kondo en su libro La magia del orden. Y en Laroom hemos querido comprobar si era cierto. Lo de que empieza la vida de verdad, aun es pronto para que podamos decirlo, pero lo que hemos aprendido, así de entrada, sí que te lo vamos a contar ahora mismo.
Y es que, a la hora de ordenar -nos hemos dado cuenta- no todo vale. De hecho, hay muchos factores que hay que tener en cuenta porque la armonía en un hogar no es tan fácil de conseguir. Por ejemplo: de nada sirve poner orden si acabas colocando las cosas sobre montones de polvo. Así que, ya sabes, antes del paso 2 (ordenar) viene el paso 1 (limpiar).
Escoge muy bien las cosas que se quedan a la vista. Si no tienes claro qué debería estar guardado y qué a la vista, echa un vistazo general, tómate tu tiempo. A menudo tenemos tan vistos nuestros objetos que ni siquiera los vemos. Detente en cada cosa que se cruce en tu mirada y hazte la pregunta “esto mejora mi casa?” (o, como dice Kondo “¿esto me hace feliz?”). Si la respuesta es no, plantéate guardarlo, ordenarlo, esconderlo, dilo como quieras. Y si la respuesta es más bien parecida a “¿de dónde a salido esto?” o “madre mía, qué horror”, plantéate tirarlo directamente.
Los colores, importan. No nos hagas decir por qué, pero un orden en cuanto al colorido crea una sensación de bienestar. Fíjate si no cómo ordenan la ropa en las tiendas de ropa, por gradación de colores. Y si no tienes tanta ropa como para gradar tonalidades, (no te preocupes, es lo normal) al menos, busca combinaciones de colores que queden bien.
Adquieres nuevas habilidades. Habla Kondo en su libro de que, como una metáfora, al liberar espacio en tu casa, también lo liberas en tu mente. Pero no solo eso, si eres capaz de entender que una prenda de ropa o un objeto que ya no usas ya ha cumplido su función para ti y eres capaz de desprenderte de él, también serás capaz de “poner en verdadero orden las cosas que posees y toda tu vida”.
No nos atrevemos a afirmarte que tenga toda la razón, lo cierto es que tras limpiar y ordenar a fondo nuestra casa y habernos despedido de unos cuantos trastos que solo acumulaban polvo, tenemos una sensación mejor que cuando volvemos de una buena sesión de gimnasio.
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